Al amanecer respiró
profundamente el aire limpio y fresco de la mañana, sintió como sus pulmones se
hinchaban de vida, como los primero rayos de sol acariciaban su piel tostada.
Su cuerpo, sobre la hierba húmeda hubiera jurado que flotaba, su vida se
llenaba de luz, de entusiasmo el optimismo la embarga.
Pero al volver la vista
atrás recuerda lo duro que resulto salir del abismo hacia la esperanza. La
tristeza profunda, la soledad, la autoestima destrozada. Esas noches en vela
llorando en silencio desconsolada.
Pero también recuerda
aquella mañana mágica en la que dijo: ¡basta! Se quitó las ataduras y la venda
que la cegaba, dejó de tener miedo y salió de su carcasa y juro que nada ni
nadie la mantendrían de nuevo esclavizada.
Entonces respiró
profundamente, respiro el aire fresco y limpio de la mañana, empezaba un nuevo
día, comenzaba una nueva jornada, una mujer despierta y con ella la esperanza...
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